18.9.06

¿Por qué escribo tanto sobre Benedicto?

Lo hago porque siento que tengo que hacerlo, que en cierto modo, es mi deber demostrar que la voz de la Iglesia no se reduce a la de Benedicto, aunque él sea la más ostensible.

Lamento muchísimo que entre Juan Pablo II y Benedicto hayan tantas diferencias. No está a la altura de Juan Pablo II. Pero podría estarlo, si quisiera. Y eso me entristece.

En una entrada anterior, digo que no siento que Benedicto es mi pastor. Pero lo es, aunque yo no lo apruebe, ni lo estime como lo hacía con Juan Pablo II. Sin embargo, por algo es el Papa, y está donde está. Aunque mi fe sea pequeña, y me escandalice por las cosas que dice, o hace, sé que tengo que tener confianza de que el Espíritu de Dios estuvo en su elección.

Pero leo los comentarios de los que no son católicos, y no puedo evitar notar que ellos también se escandalizan por las cosas que dice y hace Benedicto. Y recuerdo un versículo del Evangelio que dice que "es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquél que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños" (Lc 17, 1-2) Escándalo viene del griego, y quiere decir "piedra de tropiezo". ¿Tropiezo en dónde? En el camino de la fe. Y con las cosas que hace y dice, Benedicto escandaliza. A aquellos que son pequeños, es decir, a los que tienen una fe incipiente, o apenas el germen de ella, o ninguna. Lo he leído, en diarios, en blogs...

Por eso insisto tanto en el tema de la prudencia. Por eso escribo y escribo sobre Benedicto.

Los líos de Benedicto

Este mes alocado, septiembre, ha dado al mundo más de una sorpresa. Desde el desafortunado atentado a las Torres Gemelas, hasta los menos afortunados dichos de nuestro Rottweiler cosecha 1927, Benedicto XVI, muchas otras cosas importantes sucedieron en septiembre. Como por ejemplo, el nacimiento de Manuel Mujica Lainez, el 11 de Septiembre de 1910.

Sin embargo, para continuar mi tradición de hablar sobre Benedicto (a quien le escribí un mail para hacerle pedidos varios, mail que no respondió ni siquiera de modo automático, diciendo “Dios te bendiga y te dé la gracia” o algo por el estilo, muy fácil de implementar), quiero comentar sobre los sucesos que desembocaron en el gran quilombo que la prensa tanto se regodea en comentar.

Sí, quiero comentar el discurso que hizo en Alemania, en la universidad de Regensburg, el día 12 de septiembre de 2006. Antes que nada, voy a proveer el link de su discurso completo, el cual, lamentablemente, sólo tiene versiones en inglés, alemán e italiano. Éste es en inglés:

http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2006/september/documents/hf_ben-xvi_spe_20060912_university-regensburg_en.html

Leí sobre este tema por primera vez en el diario Le Monde, el 14 de septiembre. Luego, el sábado 16, volví a leer nuevamente sobre el tema en el diario clarín, y el día de hoy, 18 de septiembre, también lo hice. En el diario inglés “The Guardian”, y en “The New York Times”. En todos los diarios se decía que las palabras usadas por el papa habían causado indignación en el mundo musulmán. Le Monde sostuvo que el discurso de Benedicto (muy filosófico, como lo calificó) sobre la fe y la razón, “había implícitamente denunciado la relación del Islam con la violencia, y su carencia de vínculo con la razón, contrariamente, según él, al cristianismo”. (El artículo se llama “Emoi dans le monde musulman après les propos de Benoît XVI sur l’islam”, de fecha citada previamente). Al leer esto, suspiré, y negué tristemente con la cabeza. La prudencia de este hombre, pensé, se había ido de paseo cuando hizo semejante discurso.

Pero luego el sábado volví a leer en el diario clarín un artículo sobre el tema, que decía más o menos lo mismo. Lo llamativo, pensé, fue que ninguno de los dos diarios se había tomado el trabajo de citar textualmente el discurso, en ambos había una paráfrasis que viniendo de parte de medios masivos de comunicación, me resultaba por sí sospechosa. ¿Y si las palabras de Benedicto no eran tan chocantes como las pintaban ellos? ¿Y si era una difamación al pobre hombre, una interpretación que desvirtuaba y sacaba de contexto lo que él había dicho? Tenía que juzgar por mí misma: tenía que leer las palabras exactas de Benedicto. Así que emprendí una búsqueda de Google para hallarlas, pero Google me decepcionó. Encontré muchos artículos sobre el tema, pero ningún link al discurso directamente.

Casi me había rendido, luego de bucear media hora a través de las mareas de resultados irrelevantes, cuando se me ocurrió buscar en la página de la Santa Sede. Dentro de ella, tardé aproximadamente dos minutos en encontrar el discurso. Sintiéndome realmente astuta, procedí a leerlo.

Las palabras tan polémicas fueron, en su versión en inglés, las siguientes (no se preocupen, luego las traduciré al castellano): “… In the seventh conversation (*4V8,>4H - controversy) edited by Professor Khoury, the emperor touches on the theme of the holy war. The emperor must have known that surah 2, 256 reads: "There is no compulsion in religion". According to the experts, this is one of the suras of the early period, when Mohammed was still powerless and under threat. But naturally the emperor also knew the instructions, developed later and recorded in the Qur'an, concerning holy war. Without descending to details, such as the difference in treatment accorded to those who have the "Book" and the "infidels", he addresses his interlocutor with a startling brusqueness on the central question about the relationship between religion and violence in general, saying: "Show me just what Mohammed brought that was new, and there you will find things only evil and inhuman, such as his command to spread by the sword the faith he preached". The emperor, after having expressed himself so forcefully, goes on to explain in detail the reasons why spreading the faith through violence is something unreasonable. Violence is incompatible with the nature of God and the nature of the soul. "God", he says, "is not pleased by blood - and not acting reasonably (F×< 8`(T) is contrary to God's nature. Faith is born of the soul, not the body. Whoever would lead someone to faith needs the ability to speak well and to reason properly, without violence and threats... To convince a reasonable soul, one does not need a strong arm, or weapons of any kind, or any other means of threatening a person with death...". (…)”

Traducción:
“…En la séptima conversación, editada por el profesor Khoury, el emperador aborda el tema de la guerra santa. El Emperador debe haber sabido que el surah 2, 256 dice: “No hay compulsión en la religión”. De acuerdo a los expertos, éste es uno de los surahs del primer período, cuando Mahoma no tenía poder y estaba bajo amenaza. Pero naturalmente el Emperador también conocía las instrucciones desarrolladas luego y recogidas en el Corán que conciernen a la guerra santa. Sin ahondar en detalles, tales como la diferencia de tratamiento acordada a aquellos que tienen “el Libro” y los “infieles”, se dirige a su interlocutor con una brusquedad llamativa sobre la relación entre la religión y la violencia en general, diciendo: “Sólo muéstrame qué trajo Mahoma que fuera nuevo, y encontrarás allí cosas únicamente malignas e inhumanas, como su orden de propagar por medio de la espada la fe que predicaba.” El emperador, luego de haberse expresado con tanta fuerza, continua explicando en detalle las razones por las que es irrazonable propagar la fe a través de la violencia. La violencia es incompatible con la naturaleza de Dios y la naturaleza del alma. “Dios”, dice, “no se complace en la sangre – y no actuar razonablemente es contrario a la naturaleza divina. La fe nace del alma, no del cuerpo. Quien quiera guiar a alguien hacia la fe necesita la habilidad de hablar bien y razonar con propiedad, sin violencia y amenazas… Para convencer a un alma razonable, no se necesita un brazo fuerte, ni armas de ningún tipo, ni ningún otro modo de amenazar con la muerte…”

Primero, quiero decirle a nuestro Rottweiler, que podría haber dicho lo mismo sin citar al Emperador Manuel no-se-cuánto, y segundo, si lo quería citar a toda costa, ¿por qué no dejó en claro, taxativamente y a prueba de malintencionados, que ésa no era su opinión? Especialmente cuando son palabras que pueden ofender a tantas personas.

Querido Benedicto, la prudencia es una de las virtudes cardinales, según nuestro Doctor Angélico (¿quién inventa estos apodos cuasi oficiales?) Santo Tomás de Aquino. Tal vez podrías releer la Summa para encontrar algunos consejos. Lo digo sin ánimos de ofender… nuestro mundo es tan violento y tan injusto. Mucha gente guarda en su pecho rencores que datan desde hace décadas, incluso siglos, por abusos sistemáticos de ciertos pueblos sobre otros, abusos que se hacen en nombre de ideales altruistas como la libertad, y la defensa de la democracia... Y que sólo dan como resultado miseria, injusticia, y explotación económica. En este escenario actual, es necesaria toda la prudencia que se pueda ejercitar. Especialmente para alguien que está en la posición de Vicario de Cristo.

12.9.06

Instinto Maternal

Primer comentario a "El alma del hombre..." de Oscar Wilde

"Now and then, in the course of the century, a great man of science, like Darwin; a great poet, like Keats; a fine critical spirit, like M. Renan; a supreme artist, like Flaubert, has been able to isolate himself, to keep himself out of reach of the clamorous claims of others, to stand ‘under the shelter of the wall,’ as Plato puts it, and so to realise the perfection of what was in him, to his own incomparable gain, and to the incomparable and lasting gain of the whole world. These, however, are exceptions. The majority of people spoil their lives by an unhealthy and exaggerated altruism—are forced, indeed, so to spoil them. They find themselves surrounded by hideous poverty, by hideous ugliness, by hideous starvation. It is inevitable that they should be strongly moved by all this. The emotions of man are stirred more quickly than man’s intelligence; and, as I pointed out some time ago in an article on the function of criticism, it is much more easy to have sympathy with suffering than it is to have sympathy with thought. Accordingly, with admirable, though misdirected intentions, they very seriously and very sentimentally set themselves to the task of remedying the evils that they see. But their remedies do not cure the disease: they merely prolong it. Indeed, their remedies are part of the disease.
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They try to solve the problem of poverty, for instance, by keeping the poor alive; or, in the case of a very advanced school, by amusing the poor.

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But this is not a solution: it is an aggravation of the difficulty. The proper aim is to try and reconstruct society on such a basis that poverty will be impossible." [1]


“Cada tanto, en el transcurso del siglo, un gran hombre de ciencia, como Darwin; un gran poeta, como Keats; un excelente espíritu crítico, como M. Renan; un artista supremo, como Flaubert, ha sido capaz de aislarse, de mantenerse fuera de alcance de los clamorosos reclamos de los otros, de pararse “bajo el refugio de la pared”, en palabras de Platón, y así, de darse cuenta de la perfección que hay en él, para su propio e incomparable provecho, y para el incomparable y perdurable provecho de todo el mundo. Sin embargo, éstas son excepciones. La mayoría de la gente echa su vida a perder por un insalubre y exagerado altruismo ―está forzada, en efecto, a echarla a perder de ese modo. Se encuentra rodeada por una pobreza, fealdad y hambre terribles. Es inevitable que se sientan fuertemente conmovidos por todo esto. Las emociones del hombre responden más fácilmente que la inteligencia ante los estímulos; y, tal como lo señalé hace un tiempo en una editorial sobre la función de la crítica, es mucho más fácil mostrar simpatía hacia el sufrimiento que hacia el pensamiento. De modo acorde, con intenciones admirables, aunque mal dirigidas, muy seria y sentimentalmente se proponen la tarea de curar los males que ven. Pero sus remedios no curan la enfermedad: meramente la prolongan. Y en efecto, sus remedios son parte de la enfermedad.
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Tratan de resolver el problema de la pobreza, por ejemplo, manteniendo a los pobres con vida; o en el caso de una escuela muy avanzada, divirtiéndolos.
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Pero esto no es una solución: es un empeoramiento de la dificultad. El correcto objetivo es intentar reconstruir la sociedad sobre tales bases que la pobreza resulte imposible.”[2]


Estoy totalmente de acuerdo con la última oración del texto que seleccioné. Hay que intentar reconstruir la sociedad, y me atrevo a decir que las bases sobre las que hay que hacerlo se reducen a una: la justicia. Que haya pobres y hambrientos es totalmente contrario a la justicia. Que haya naciones ricas y naciones pobres, también. Que la belleza sea un bien reservado para unos pocos, es igualmente injusto. Sólo por medio de la justicia puede la sociedad encontrar la paz. Porque no hay paz sin justicia. El Evangelio nos enseña eso.
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Otra cosa que me llama la atención de este texto es que entre los males que padece el hombre, Wilde haya incluido a la fealdad. Ciertamente, la belleza es un don, un bien. Privar a un hombre de belleza es negarle algo que lo puede elevar por sobre las mezquindades de este mundo, y ayudarlo así a contemplar atisbos de lo realmente sagrado, que es Dios.
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Y también juzgo cierto el hecho de que se divierte a los pobres para remediar los males que padecen. Se los divierte con programas de televisión, así como en tiempos antiguos, se los divertía con el circo. El hombre no ha cambiado en nada. Estos divertimentos están diseñados para atontar al hombre y hacerle olvidar que por justicia, su sitio está en la mesa, y no en el suelo recogiendo las migajas que de tanto en tanto los ricos dejan caer.
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Se puede argumentar que hay que fomentar la cultura del trabajo, para que los pobres dejen de ser pobres. Pero creo que la historia ha demostrado más que suficientemente que el liberalismo económico es una herramienta que sirve para que los que poseen el capital sigan poseyéndolo. Dudo mucho que fomentando la cultura del trabajo se logre la igualdad social. ¿Por qué? Porque no importa cuánto trabaje un hombre y cuánto sude su frente, si se desempeña en ciertos empleos, ganará menos que aquél que está instruido. ¿Quién lo determina a esto? El que posee el capital. ¿Por qué lo hace? Para perpetuar su clase. Porque si paga bien a los instruidos, no tendrá problemas en seguir poseyendo el capital. Tiene gente capacitada que hace bien el trabajo por él, y lo ayuda a mantener sus riquezas.
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El hombre instruido está feliz de ganar más, porque puede acceder a los bienes que tanto anhela. Pero se olvida (porque en esto, los instruidos somos convenientemente egoístas), de que sólo es instruido porque tuvo la fortuna de nacer en una familia que le pudo pagar los estudios. Y cree que por todos los años que estudió, tiene derecho a poseer más y mejores cosas que los que no lo hicieron.
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Pero Dios no hace acepción de personas. Su justicia es mejor que la nuestra, y esencialmente distinta, porque la excede. Yo creo que tendríamos que emularla, y recompensar el esfuerzo, independientemente del tipo de tarea que se realice. A igual esfuerzo, igual paga. Olvidémonos de "a igual tarea..." En la parábola de los trabajadores de la última hora, queda demostrado que su justicia no mide con la misma vara a todos: a los que trabajaron todo el día en la viña, desde la mañana, les daba el mismo pago que a los trabajadores que llegaron en la última hora. Su criterio para recompensar ciertamente no es objetivo, no se basa en un objeto existente en la realidad, como lo sería la naturaleza de la tarea realizada. Es subjetivo: mide al hombre que trabaja. Y el esfuerzo es intrínseco a ese hombre.
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El haber tenido acceso a una educación, o al capital, es completamente circunstancial. No define a un hombre. Lo que lo define es el uso que hace de ellos, cuánto esfuerzo pone de sí en sacar provecho de esa circunstancia. Y ese esfuerzo es cuantitativa y cualitativamente igual al esfuerzo que una persona pobre puede hacer cuando lleva a cabo su trabajo “no calificado”, como se lo llama hoy.
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También es cierto que hay pobres que no se esfuerzan, al igual que existen privilegiados que tampoco lo hacen. Sin embargo, es un atenuante para los pobres el hecho de que la recompensa que reciben es magra, y que probablemente muchos piensan que no vale la pena esforzarse por algo que difícilmente logren, que es alcanzar un estatus similar al de los instruidos. Ni menciono al de los ricos, porque ese estatus realmente está fuera del alcance de los pobres.
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El que tiene que arbitrar los medios para que la justicia se haga presente en nuestra sociedad es el Estado. Es el único que puede llevar a cabo una reforma económica y social de tal envergadura. Pero dada la calidad corrupta de nuestros legisladores y diputados y presidente, lo que planteo es una utopía. Los pobres no pueden financiar ninguna campaña política, ni pueden untar los bolsillos de nadie para que defienda sus intereses. Seguirán siendo pobres, seguirán estando hambrientos, y seguirán viviendo inmersos en la fealdad. Como fue siempre. Porque no hay nada nuevo bajo el sol.

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[1] Este texto fue obtenido de "The Project Gutenberg EBook of The Soul of Man, by Oscar Wilde".
[2] La traducción del texto es mía. Son libres de usarla, pero si obtienen una ganacia de ella... van a tener que pagarme por su uso.

11.9.06

Sobre los límites

Estar desesperado, es simplemente saber que uno no tiene hogar al cual volver… aunque me equivoco. No es que uno no tiene un lugar al cual volver, sino más precisamente, que la persona desesperada no tiene a nadie con quien volver, a nadie por quién volver, ni nadie que vaya a volver por ella.
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Uno camina cruzando líneas que no debe cruzar, constantemente. Son líneas muy delgadas, sutiles. Débiles. Pero separan. De eso se encargan. Líneas que son, o que se van haciendo, límites. Una persona desesperada las cruza sin mirar atrás, pero también sin mirar adelante. No tiene miedos que la detengan. No posee prudencia que la contenga.
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Y después están los otros. Los llamados “normales”. ¿Los “normales” cruzan las líneas? ¿Quebrantan los límites? Lo hacen, efectivamente. Pero con pruritos. Con remordimientos. Con ánimos de venganza. Cada uno de los “normales” lo hace por razones distintas. ¿Y… hay algún otro tipo de persona? Oh, sí. Están los que bailan sobre las líneas. A veces las cruzan, pero me pregunto si es realmente por un paso en falso, o si planeaban hacerlo desde el principio.

2.9.06

"El alma del hombre bajo el socialismo" por Oscar Wilde

Recién he empezado a leer este increíble libro de Oscar Wilde, escritor nacido en Irlanda, en el año 1854, y fallecido en París en el año 1900.
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Sé que los datos biográficos son apenas detalles en la vida del hombre. No se es más o menos hombre por haber nacido en Rosario, Des Moines, o Calcuta. Pero quería decir algo colorido sobre él. Pude haber elegido otras cosas que nombrar, como que fue encarcelado por cometer "sodomía" con un tal Lord Alfred Douglas, cuya única virtud para la Historia parece haber sido nada más que ser precisamente el compañero de Oscar. O tal vez, que la esposa de Oscar, Constance, cambió el apellido de ella y sus hijos a Holland, y que años más tarde, un tal Cyril Holland moriría en un mayo de la Primera Guerra Mundial, en suelo francés, al igual que su padre. Pero elegí datos más clásicos, datos que supuestamente informan más, porque son los que más frecuentemente se ven entre paréntesis al lado de los nombres que por cualquier motivo se han hecho célebres. Curioso, ¿no? Cuando uno conoce a alguien, hay cosas mucho más importantes que quiere saber que las fechas. Pero la Historia no piensa igual.
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Y pido paciencia para lo que ha de venir, porque estoy tratando de leer con más atención y cuidado este libro tan maravilloso (que los invito a leer) para así poder seleccionar qué fragmentos habré de comentar.