11.9.06

Sobre los límites

Estar desesperado, es simplemente saber que uno no tiene hogar al cual volver… aunque me equivoco. No es que uno no tiene un lugar al cual volver, sino más precisamente, que la persona desesperada no tiene a nadie con quien volver, a nadie por quién volver, ni nadie que vaya a volver por ella.
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Uno camina cruzando líneas que no debe cruzar, constantemente. Son líneas muy delgadas, sutiles. Débiles. Pero separan. De eso se encargan. Líneas que son, o que se van haciendo, límites. Una persona desesperada las cruza sin mirar atrás, pero también sin mirar adelante. No tiene miedos que la detengan. No posee prudencia que la contenga.
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Y después están los otros. Los llamados “normales”. ¿Los “normales” cruzan las líneas? ¿Quebrantan los límites? Lo hacen, efectivamente. Pero con pruritos. Con remordimientos. Con ánimos de venganza. Cada uno de los “normales” lo hace por razones distintas. ¿Y… hay algún otro tipo de persona? Oh, sí. Están los que bailan sobre las líneas. A veces las cruzan, pero me pregunto si es realmente por un paso en falso, o si planeaban hacerlo desde el principio.

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