16.2.07

digo yo... ¿nunca termina?

sigo estudiando, sigo, sí. cada vez siento que estudio más, y más, pero mi objetivo es fuerte. Fortachón sentido de propósito, un autoconocimiento de destino y qué manera de decir boludeces. Es que no pretendo ser coherente.

¡se nos rompió el calefón! como consecuencia, empecé a experimentar la vida telúrica y atecnológica de hace unos 50 años o más, o menos, en el campo, o zonas sin cañerías con agua caliente. Esto quiere decir que para bañarme, tengo que llenar la bañadera con agua que caliento en ollas, pavas, y pava eléctrica, unas 4 o 6 veces, y luego a eso le agrego agua fría para no desollarme la piel con el agua hirviendo, claro.

no se puede creer cuánto se paga un calefón. Caro, carísimo. ya no basta un préstamo, no señior, hace falta financiamiento con tarjetas de crédito y tal vez conseguir uno de esos descuentos exclusivos para conseguirse un calefón.

antes de eso, ya nos había abandonado la cinta que levanta la persiana del living. la muy desfachatada decidió partirse en dos, sin pedir permiso ni fijarse siquiera si estaba facultada para ello. Así que nos buscamos otra cinta más responsable que accedió a no romperse durante unos seis años. Claro que esta segunda cinta también está protegida por el sindicato. Establecieron unos convenios colectivos que les hacen muy fácil el trabajo de sostener la persiana, de modo que si de hecho se rompiera antes de los seis años, las excepciones que el convenio establece la eximen de responsabilidad. quién fuera dictador y pudiera forzarlas a cumplir con la propia voluntad, y así, lograr que jamás se rompieran...

y otra rata ha abandonado el barco, también. no es otro que el cañito flexible del duchador. esa especie de manguera recubierta con un metal que conduce el agua hasta el coladorcito del duchador que nos provee de esa maravillosa lluvia mientras nos duchamos. Bueno, se ve que el muy desgraciado se enteró de la claudicación del termotanque y la de la cinta de la persiana. Y se plegó al ánimo de aniquilación que los imbuyó a estos últimos.

yo ya no sé de quién o de qué disfrazarme para ir a los mitines de los objetos de mis casa. intenté hacer de perchero, pero mi excesiva mobilidad los espabiló de mi verdadera condición. así que sólo me queda cruzar los dedos y esperar que los restantes objetos que aun están enteros, se compadezcan de nosotros, y no se aniquilen.

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