16.8.06

Que nunca te toque una vieja irracional como vecina de abajo en un edificio con mala acústica

¿Nunca les pasó? No saben lo afortunados que son: recién se fue "Casi monja" (según palabras textuales de su madre), quien pretendía que baje a su departamento a ver el ataque de nervios que se había apoderado de su madre, "Vieja irracional". El objetivo de tal proposición era... vaya a saber. No sólo eso, sino que cuando me negué a hacerlo, "Casi monja" amenazó con quejarse a la policía porque de mi departamento venían ruidos molestos constantemente. "¡Todo el día! ¡Voy a llamar a la policía!"
Entre eso y el "no se puede vivir aquí", me harté y no tan amablemente le aconsejé a la bendita mujer (bendita no sé por quién, pero como es casi una monja...) que se mude a otro edificio, porque sus pretensiones estaban completamente fuera de lugar.
Todo este pandemonium se desencadenó, al igual que Prometeo, por un evento sencillo: la parquetización del cuarto, que venía postergándose por falta de recursos monetarios.
No crean que los parquetistas vinieron a hacer su trabajo a horas inusitadas, sino todo lo contrario: pero la racionalidad del horario falló en atajar el aluvión de imprecaciones de "Casi monja" y "Vieja irracional", quienes indignadísimas llamaron al administrador, y exigieron compensación por el tremendo daño moral que les causaban los sonidos "malignos".
Hice yo otro tanto, pero sin las imprecaciones, para solicitarle a la secretaria (puesto que el mismísimo administrador no se encontraba allí) que interceda por mi salud mental ante tan insistentes damas (decir que "insistentes damas" es un eufemismo es casi lo mismo que señalar que la negrura tiene cualidad de negro, pero lo aclaro porque sé que hay mentes a las que lo sutil no les llega).
En definitiva, tanto la secretaria como yo estuvimos de acuerdo en que era necesario un poco de tolerancia cuando se convive en la gran caja vertical que componen los edificios.
Pero si nuestra conclusión resulta ineficiente ante el embate de "Casi monja" y "Vieja irracional", me pregunto qué medidas restan tomar: tal vez, un exorcismo, para que logre la santidad en lo que respecta a los ruidos que tan malvadamente cometo. O, aun mejor, una buena cuota de sentido del humor administrada en ampollas para "Casi monja" y "Vieja irracional", quienes entonces aprenderían a disfrutar más de la vida y a fijarse menos en los inconvenientes menores.

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