22.8.06

¿Por qué tengo que sentir que Benedicto XVI es mi pastor?

¿Por obediencia? Cada vez que veo una foto de ese hombre me estremezco. No me gusta su mirada. Hoy me llegó un comentario hecho por él en el Evangelio del Día, y me sentí un tanto invadida en mi libertad de pensamiento, si es que hay tal cosa.

El hecho de que todos los Cardenales lo hayan nombrado vicario de Cristo no lo convierte automáticamente en tal, porque hay que cargar con la Cruz de Cristo para ser como Él.
Supongo que no todos pueden tener la misma grandeza de Cristo, pero Juan Pablo II, aun con todas sus flaquezas, era un hombre bueno. Y yo no veo frutos en este Benedicto. No veo frutos de ningún tipo. Todas las noticias que me llegan de él, son pálidos reflejos de lo que era Juan Pablo II. Y eso es preocupante, porque el árbol se conoce por sus frutos.

¿Y qué pasó con la probreza evangélica? ¿Por qué el Papa está exento de ella? ¿Por qué los Obispos están exentos de ella? El Hijo del Hombre no tiene dónde descansar su cabeza.

Yo sinceramente no veo en Ratzinger nada que lo haga merecedor de ser llamado Vicario de Cristo. Pero tiene tiempo, al igual que todos. Tiene hasta el último segundo de su vida, porque los trabajadores de la última hora reciben el mismo salario que los que trabajaron todo el día en la Viña.

¿Pero no tendría que apacentar a las ovejas de Cristo? ¿No es ése su cometido principal? ¿Y qué es lo que apacienta ese hombre? Los jóvenes casi no van a misa. Los cristianos están divididos en montones de congregaciones de distinta denominación. Vive en el lujo, y permite que toda la curia romana también lo haga. Privilegia instituciones de ricos dentro de la Iglesia, pero a movimientos que luchaban por los pobres los silencia.

Ése no es mi Pastor. Es un hombre que necesita muchísimo del Amor de Dios, y del de los hombres.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Benedicto XVI puede ser o no ser santo, y no estamos para juzgarlo. Pero los sermones que da son buenos.


Papa Benedicto XVI
Homilía en la Celebración eucarística en la 20 Jornada Mundial de la Juventud, 21/08/05



«Tú tienes palabras de vida eterna»


En la última Cena, la novedad más importante reside en la nueva profundidad que se da a la antigua plegaria de bendición de Israel, que se vuelve en la palabra de transformación y nos da a nosotros la posibilidad de participar de la hora de Cristo (Jn 13,1). Jesús no nos ha dado la misión de repetir la Cena pascual, la cual, además, en tanto que aniversario, no se puede repetir a discreción. Nos ha dado la misión de entrar en su «hora». Entramos en ella gracias a la palabra que viene del poder sagrado de la consagración: una transformación que se realiza por la palabra de alabanza, que nos pone en continuidad con Israel y con toda la historia de la salvación, y que, al mismo tiempo, nos da la novedad hacia la cual esta plegaria tiende por su más profunda naturaleza. Esta plegaria, llamada por la Iglesia «plegaria eucarística», constituye la Eucaristía. Esta palabra es palabra de poder, que transforma los dones de la tierra de manera totalmente nueva en don de sí mismo de Dios y que nos compromete en este proceso de transformación. Es por eso que a este acontecimiento le llamamos Eucaristía, traducción de la palabra hebrea «beraka»: acción de gracias, alabanza, bendición, y así transformación desde el Señor, presencia de su «hora».

La hora de Jesús es la hora en la cual el amor es vencedor. En otras palabras, es Dios quien ha vencido, porque él es el Amor. La hora de Jesús quiere llegar a ser nuestra hora y llegará a serlo si nosotros mismos, a través de la celebración de la Eucaristía, nos dejamos arrastrar en este proceso de transformación que el Señor prevé. La Eucaristía debe llegar a ser el centro de nuestra vida.

Anónimo dijo...

Pienso que los sermones precisamente no son lo que hace a un buen Papa. Está bien que no lo juzguemos, pero se necesita algo más que labia para ser Papa. Y hay mucha gente a la que Benedicto no le va bien como Papa.