27.8.06

Las obras de arte son eternas

Por eso escribo, porque quiero poder darle palabras a una voz que sea arte. Yo quiero ser arte, respirar arte, morir arte. Quiero sacar de mi pluma, desde lo más profundo de mi pluma, esa voz que todos quieran escuchar, sin que importe el color de su piel o el mío, la comida que comemos, el lugar en el que vivimos, o el Dios en el que creemos.

Yo quiero ser arte, y hacer arte. Ambas cosas, que no son lo mismo, pero que vividas, son iguales. ¿Por qué quiero algo así? Porque no puedo querer otra cosa. Muchas veces me pregunté quién era. Si era buena en lo que hacía, si era buena actriz, buena escritora, buena poeta. Y durante muchos años viví bajo la sombra del miedo a no serlo. Durante muchos años, miré a mis padres a la cara, sin entender por qué lo que para mí era vital, para ellos era una esfera de mí que no existía. Pero sé que soy injusta. La que no se animó, la que esperó escribiendo año tras año en la soledad de un cuarto, sin dejar que otros vieran las palabras que fluían de mi alma... era yo.

Dudo que todo lo que he escrito hasta ahora sea bueno. Pero sé que no era malo, y ciertamente no era inexistente. Sin embargo, la toría de la inexistencia de mi arte era la que prevalecía en el seno de mi familia. La dosctrina era unánime al respecto: "Del arte no se bebe, no se come, no se vive. El arte es para otros, no para nosotros."

Y yo, por el miedo al rechazo, escondía mis poesías y mis cuentos y mis diarios. A mis diarios de la adolescencia, incluso los rompí. Ésos en los que había dado tanto de mí misma, de mis lágrimas, de mis sueños. Rompí todos mis diarios, exceptuando al último. Y después, dejé de escribirlos. Para ser seria. Para dedicarme a una profesión rentable.

Pero si uno le da la espalda a lo que más ama hacer en el mundo, ¿para qué está vivo entonces? Yo diría que para pagar cuentas y comprar cosas, pero no para vivir. Si uno no hace aquello que le da felicidad, queda ahogado por el mundo.

Realmente, vivir... ¿para qué? En mi caso, para ser arte, y hacer arte. Vivir, porque sólo hay una vida, y es mejor no tenerla, a ahogarla con objetos comprados con dinero sucio; dinero obtenido con la peor traición de todas: la traición a uno mismo.

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