13.1.07

Mi año nuevo, mis resoluciones, y otras observaciones más

Mi año nuevo no fue óptimo. Tal vez, sí la noche de año nuevo en sí, pero el resto... quisiera ser justa sin juzgar. Quisiera poder hablar sin criticar sin fundamentos. Lo que puedo decir, escuetamente y en toda justicia, es que estar con mis viejos me pone muy nerviosa, tal vez por las diferencias de carácter y temperamento que hay entre ellos y yo.

Y hubo algunos eventos que me sacaron de quicio. Presa de la ansiedad, comí de más en los 10 días que pasé allá. Y engordé varios kilos, no obscenamente, pero sí al punto de que los pantalones que usaba hace un mes ya no me entran. Así que regresé y me puse a hacer dieta.

Sin embargo, obligada a reflexionar por mi propia naturaleza, que necesita saber el motivo u origen de todo, me pregunté por qué había tenido que comer de más, y descubrí que siempre es así en mí, que cada vez que un evento me supera, tengo que encontrar comida, y la como, y la como, no porque tenga hambre, sino porque tengo que llenar un vacío, una nada que llevo dentro. No disfruto lo que estoy comiendo, en el fiondo, porque sé que hago mal, sé que voy a engordar o que ya engordé y que no debería estar comiendo, pero es más fuerte ese vacío que cualquier razonamiento que pueda hacer. Tal vez la comida sea una adicción para mí, del mismo modo que para algunos lo es el cigarrillo. Y esta proposición, que escribí sazonada por el modo hipotético, en realidad es cierta.

Sin embargo, mi voluntad no me abandona para siempre, y cuando llego al punto que considero límite (dícese, engordar seis o cinco kilos) hago dieta.

Recuperar mi antiguao peso va a ser largo y penoso, y , ahora lo veo, no voy a poder hacer ninguna excepción, ni siquiera en el día de mi cumpleaños, porque cada vez que me salgo de la dieta, indefectiblemente tengo una recaida, y después vuelvo a comer de más. Como le pasa al adicto a alcohol, que no puede beber ni un sorbo una vez recuperado.

Y sin embargo, en muy pocos lados se habla de la adicción a la comida, y es tan común... tal vez porque los únicos resultados sean personas gordas. En canal 13 hay un programa que se llama Cuestión de peso y ahí van personas que tienen la enfermedad, la misma que yo, pero en un estado gravísimo o grave. Gente que pesa 150 kilos y debería pesar 65, o 70. Me dan mucha pena, porque tienen la misma enfermedad que yo, pero su punto límite no fueron 5 kilos. Tal vez, a mí me salva mi fuerza de voluntad. Pero me ha fallado tan seguido, que me siento defraudada por ella. Espero que esta vez me acompañe, y que no vuelva a tener esas ansias y ansiedades.

¿Por qué escribo esto? Tal vez, porque pretendo que otros me digan que no estoy tan rayada, que no estoy sola, que hay miles como yo, que lo ocultan tras ejercicios o dietas y sonrisas perfectas de odontólogo. Quiero que me entiendan. Pero también, escribo esto porque quiero descifrar el misterio que soy para mí misma. ¿Quién soy yo? Vivo conmigo desde que nací y sin embargo, muchas veces me sorprendo. No me comprendo del todo, y tal vez no lo haga nunca.

Nada queda oculto. Estas cosas que yo hoy voy tapiando, algún día van a quedar a la luz, a vista de Dios, es más, qué digo algún día, ya mismo lo están. Yo soy esto que digo de mí, lo admito. Porque sé que admitir que se tiene un problema es el primer paso necesario para solucionarlo o intentar hacerlo.

Yo no creo que por maldad uno se niegue a sí mismo este tipo de cosas. Creo que es por debilidad. No es fácil plegarse, ser sujeto y objeto de observación crítica al mismo tiempo. No es fácil mirarse al espejo, porque nuestro modo de vivir, entre cosas materiales y ruidos y divertimentos, ensucian al espejo. Nos hacen olvidar que está ahí.

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